NuEvAmEnTe CoQuImBo...

No lo puedo evitar. Simplemente me maravillo de estas ciudades cuando tengo la oportunidad de visitarlas.

Quizás son para mí.

Cuando puedo recorrer la playa, que las recorre de punta a punta, con miles de gaviotas despidiéndose de los rayos de luz; una visita a la caleta, a comer marisco fresco y pasear en catamarán; el Barrio Inglés, tan original con sus hombres quietos en los balcones y aquel que desea subir al cielo en escalera; la recova, tan típica feria; cada casa con su techo de tejas, o con la vista privilegiada.
El cielo es más grande en estas ciudades, porque sus casas son más bajas y nos permiten mirar hacia arriba con facilidad, permitiéndonos descubrirlo, aunque sea gris, cargado de nubes listas para llorar... Edificios coloniales que recuerdan el pasado de lujo, con estatuas en las plazas y pajaritos en las copas de los innumerables árboles. Calles alejadas, con olor a pueblo y a hierba mojada.

(Y tan cerca del Paraiso... )

Cuando puedo recorrerlas, pienso que son para mí...